lunes, 24 de marzo de 2014

El Mensaje del Primer Angel de Apocalipsis 14 (Temed a Dios) 2° PARTE

(Continuación enseñanza Apocalipsis 14:6: "Temed a Dios"...)

TEMOR EN EL NUEVO PACTO
Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.
Jeremías 32:39-40
Muchos podríamos pensar erróneamente que el temor de Dios sólo esta reservado al antiguo pacto, donde Yaveh se revela como Dios celoso, que juzga, dónde el castigo sobre los desobedientes a su ley era ejecutado en forma inmediata. Ahora en tiempo de la gracia, lamentablemente hemos perdido la óptica del juicio de Dios, debido a que la gracia, por decirlo de alguna manera "sujeta" la ejecución de la sentencia, dando tiempo para que el creyente se arrepienta y vuelva a la senda recta. Esta gracia ha sido motivo de que muchos creyentes hoy piensen que Dios pasará por alto los pecados cometidos, dando una falsa sensación de relajo de la justicia de Dios.
Según la profecía de Isaías sobre el nuevo pacto que Dios haría con su pueblo dice que nos dará un corazón nuevo y un camino, un camino angosto, un camino rociado con sangre, el camino nuevo y vivo, Jesús. Uno de los propósitos del nuevo pacto es que temamos a Dios perpetuamente, que su temor esté escrito en el corazón, junto con su ley, un pacto eterno, para no apartarnos de El.
¿Pero cómo hacemos para que este temor nazca o se incremente en nuestro corazón? Lo veremos.

TEMOR POR SU PALABRA
El salmo 19, comienza alabando la grandeza de Dios, mostrándonos su magnificencia, su gloria y luego declara en el versículo 7: "la ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma" haciendo alusión a la palabra de Dios, y sigue diciendo el testimonio... los mandamientos... los preceptos... continuando con la alusión citada, pero luego dice en el versículo 9: "el temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre...". Esto nos hace entender que el salmista, a propósito, usa como sinónimo de los anteriores conceptos la palabra temor. El temor esta ligado íntimamente con la palabra de Dios, el estudio sistemático, profundo y espiritual de la Biblia logra en nosotros el nacimiento y crecimiento del temor de Dios.

TEMOR POR SU PERDÓN
Desde lo profundo de mi desesperación, oh SEÑOR, clamo por tu ayuda. Escucha mi clamor, oh Señor. Presta atención a mi oración. SEÑOR, si llevaras un registro de nuestros pecados, ¿quién, oh Señor, podría sobrevivir? Pero tú ofreces perdón, para que aprendamos a temerte. Yo cuento con el SEÑOR; sí, cuento con él; en su palabra he puesto mi esperanza. Anhelo al Señor más que los centinelas el amanecer, sí, más de lo que los centinelas anhelan el amanecer. Oh Israel, espera en el SEÑOR; porque en el SEÑOR hay amor inagotable; su redención sobreabunda. Él mismo redimirá a Israel de toda clase de pecado. 
(Sal 130:1-8 NTV)
Cuando miramos atrás y vemos lo horrible que era nuestra vida de pecado, nace en nuestro corazón un cántico de alabanza, por la obra que el Señor ha hecho en nosotros. Cuando vemos nuestra indignidad, nuestra baja condición, nos lleva a exclamar como aquel centurión romano. "no soy digno de que entres bajo mi techo,...pero sólo dí la palabra..." Esta obra de justificación y regeneración que Jesús ha llevado a cabo en nuestro ser es una razón mas para doblar nuestras rodillas en adoración y reverencia. Como dice el salmo 130 si El llevara un registro de nuestros pecados pasados, ¿quién podría sobrevivir?, tenemos vida y vida en abundancia sólo por un regalo de El, le debemos nuestra vida, todo, todo lo que somos le pertenece a El. Por eso, continúa el salmo "tu ofreces perdón, para que aprendamos a temerte". Cuando comprendemos esta dimensión de Dios, alabamos junto con el salmista diciendo... "Anhelo al Señor más que los centinelas al amanecer... en el Señor hay amor inagotable, su redención sobreabunda...".

TEMOR POR SU GRANDEZA
Vi delante de mí algo que parecía un mar de cristal mezclado con fuego. Sobre este mar estaban de pie todos los que habían vencido a la bestia, a su estatua y al número que representa su nombre. Todos tenían arpas que Dios les había dado y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, oh, Señor Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, oh, Rey de las naciones.* ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus obras de justicia han sido reveladas». 
(Apo 15:2-4 NTV)
¡El cántico de los vencedores!!, la obra de Dios consumada, el sistema mundano terminado, juzgado y ejecutado. Una multitud, elegida, escogida por el Señor, de toda tribu, pueblo, lengua y nación, que le alaba cantando su grandeza y diciendo "¿quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre?. Ante la grandeza de nuestro Dios y de su obra no nos queda más que temer y glorificar, postrarnos, rendirnos ante la grandeza de aquel que lo llena todo... el que sustenta el universo... ¡¡Aleluya!!

TEMOR POR SU PRESENCIA
Sé que el SEÑOR siempre está conmigo; no seré sacudido, porque él está aquí a mi lado. 
(Sal 16:8 NTV)

Si estamos conscientes que  Dios está permanentemente a nuestro lado, viendo lo que vemos, oyendo lo que hablamos y haciendo lo que hacemos, esto hará que temamos caminar por sendas oscuras. Como dice el salmo 1 "bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores...". 
Cuando Dios se le aparece a Abraham, le ordena "vé delante de mí y se perfecto". En este mandato el Hacedor le dice que esta caminando tras de el, viendo como camina, y le pide caminar en rectitud, lo mismo que a nosotros. Debemos caminar en el temor de Dios, lo único que nos hace caminar rectamente. José, al enfrentarse a la tentación de yacer con la esposa de su amo, le dice: "¿cómo habría yo de hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?", por que sabía que caminaba delante del Altísimo, que el miraba sus pasos y la rectitud de su rumbo. 
En contraste el salmo 54 dice "Porque extraños se han levantado contra mí, Y hombres violentos buscan mi vida; No han puesto a Dios delante de sí." Los malvados no consideran a Dios en sus caminos, no lo ponen delante de si.
Nosotros sabemos que de la presencia de Dios no podemos huir, sabemos como dice el salmo 139: "Vas delante y detrás de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo! ¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de tu presencia!" (NTV)


TEMOR EN NUESTRAS OBLIGACIONES


Queridos amigos, siempre siguieron mis instrucciones cuando estaba con ustedes. Y, ahora que estoy lejos, es aún más importante que lo hagan. Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor. 
(Flp 2:12 NTV)

Pablo le escribe a la iglesia de Dios en Filipos, y les pide esfuerzo, que le muestren a todos los demás la salvación que Dios ha hecho en ellos, como testimonio, de su obediencia en temor. Es nuestro deber como hijos de Dios, mostrar la obra salvífica que El ha hecho en nosotros, viviendo como lo dice el apóstol Pedro "de manera santa y piadosa". Todo lo que hacemos debe glorificar a Aquel que nos dió vida. Nuestra mente debe estar permanentemente ocupada en nuestras decisiones y cómo ellas afectan nuestra relación con Dios.


TEMOR EN NUESTRAS COMPAÑÍAS

Cuando les escribí anteriormente, les dije que no se relacionaran con personas que se entregan al pecado sexual. Pero no me refería a los incrédulos que se entregan al pecado sexual o son avaros o estafadores o rinden culto a ídolos. Uno tendría que salir de este mundo para evitar gente como esa. Lo que quise decir es: no se relacionen con ninguno que afirma ser creyente* y aun así se entrega al pecado sexual o es avaro o rinde culto a ídolos o insulta o es borracho o estafador. Ni siquiera coman con esa gente. 
(1Co 5:9-11 NTV)

Siempre debe estar presente en nosotros el temor de Dios, por ende, debemos relacionarnos de manera personal y cercana con personas que nos estimulen a acercarnos cada vez más a El. Las malas compañias corrompen las buenas costumbres reza un refrán popular, en el ámbito espiritual es igualmente válido. Por esta razón David declara: "Compañero soy yo de todos los que te temen. Y guardan tus mandamientos" Salmos 119:63.


TEMOR EN ORACIÓN
"Pedid y se os dará"  (Mateo 7:7)
Bajo este principio podemos confiar que, cuando pedimos algo conforme al propósito de Dios, lo obtendremos indudablemente. El libro del apóstol Santiago afirma que cuando pedimos y no recibimos es por que pedimos mal, para nuestros afanes egoístas, pero cuando pedimos de acuerdo a la voluntad del Creador siempre recibiremos lo que necesitamos: fe, paciencia, mansedumbre o temor. Como dice su palabra: "Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada."(1Jn 5:14 NTV).
Además la Biblia dice que: "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" Rom 8:32
Debemos pedir su temor en nuestra vida, ya que esto es conforme a lo que Dios desea. Si pedimos recibiremos.

BENEFICIOS DEL TEMOR

Cántico gradual. Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos.Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien.Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová.Bendígate Jehová desde Sion, Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,Y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel. 
Salmos 128:1-6

El temor tiene beneficios tangibles, están en numerosos pasajes de la escritura, buscando su temor y cultivándolo en nuestros corazones las bendiciones de Dios nos rodearan, apartándonos del pecado y de sus nefastas consecuencias.

No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.  
(Pr 23:17-18, RV1960)

(Continúa con "Y dadle gloria")

sábado, 22 de febrero de 2014

El Mensaje del Primer Angel de Apocalipsis 14 (Temed a Dios) 1° PARTE

TEMED A DIOS...


Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. 
(Apo 14:6-7 RV1960-T)

En el libro de Apocalipsis está registrada la visión que Jesucristo le revela al apóstol Juan de la consumación del Plan Eterno de Dios para la humanidad, en su misericordia nuestro Dios dejó un registro para que su pueblo de los últimos tiempos tuviese una carta de navegación para atravesar los turbulentos mares de los acontecimientos finales. Dentro de esta carta destaca este mensaje de los tres ángeles del capítulo 14 dentro del cual nos estaremos enfocando en esta serie en el pregón del primero de ellos: "Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel...". Hoy empezamos con el temor de Dios.

El Temor de Dios:


Proverbios 2: 1-5 (NVI) dice:

Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas a la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios.

Estos versículos nos indican el comienzo del conocimiento y temor de Dios, hacer nuestras las palabras de Dios significa memorizar, inquirir en la palabra de Dios diligentemente, llenar nuestro corazón de su Palabra bendita, ya que de la abundancia del corazón habla la boca. Atesorar sus mandamientos significa poner en obra su Palabra, vivirla y  hacerla vida en nosotros. Cuando estamos llenos de sus palabras podemos poner en práctica el mandato del apóstol Pedro: "Si alguno habla, hable conforma a las palabras de Dios..." (1 Pedro 4:11). De corazón debemos entregarnos a la inteligencia, uno de los siete espíritus de Dios, es nuestra parte disponer y rendir completamente nuestro ser a la inteligencia, llamarla, pedirla en oración, pedir el discernimiento de su palabra hermosa y santa, como le dice Pablo a los de Efeso "Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor." Es nuestro deber, como sus hijos, conocer a nuestro Padre, necesitamos de Su revelación y Luz como el elemento vital para nuestra vida espiritual.

El Ejemplo Más Alto


Cómo Dios había profetizado a través del profeta Isaías, del tronco de Isaí saldría una vara y un vástago retoñaría de sus raíces. Y sobre El reposarían los siete espíritus de Dios (Espíritu de Jehová, de sabiduría, de inteligencia, consejo, poder, conocimiento y temor de Jehová). Este vástago nos haría entender diligentemente el temor de Dios, nuestro Señor y Rey, Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios viviente. El vino a mostrarnos en su vida y en su muerte lo que es el temor de Dios. El ejemplo de Jesús, que nosotros debemos seguir, de mostrar una vida sometida al Padre, dependiente y obediente incluso hasta ofrendar nuestras vidas.

¿Qué es el Temor?


Proverbios 1:7 es un versículo conocido por muchos, marca el principio de la sabiduría, el temor de Jehová. La sabiduría en la palabra es el conocimiento de Dios, el hombre sabio es aquel que conoce a su Creador. El temor es una herramienta que nos permite entrar en ese conocimiento, el hombre o la mujer que temen saben que necesitan la revelación de Dios en sus vidas para alcanzar lo verdadero e importante, la vida eterna. No podemos vivir la eternidad con un ser al que no conocemos.
Declara Isaías que el temor de Jehová es un Espíritu, pero esto no implica una actitud pasiva de parte de nosotros los creyentes, no podemos esperarnos a que el temor nos caiga del cielo. Pablo en su carta  a los Gálatas declara que el amor es un fruto del Espíritu, pero luego escribiendo a los Colosenses les aconseja "como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia..." y luego en el versículo 14 les dice "y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad".  Al igual que con el amor, con el temor debemos tener una actitud activa, vestirnos de temor de Dios, procurar con todas nuestras fuerzas que el temor este presente en toda nuestra vida.
Tanto David como su hijo Salomón tocaron profundamente el tema del temor, éste último escribe en sus Proverbios: "El temor de Jehová es aborrecer el mal", nuestra actitud de repulsión al pecado demuestra el grado de temor que subsiste en nuestras vidas, cuanto más tolerable es el pecado en nuestra cotidianidad es menor el temor, como sus hijos debemos aborrecer lo que El aborrece.

Temor o Terror


¿Hay diferencia entre estos conceptos? La respuesta desde el punto de vista bíblico es sí. El temor nos acerca a Dios, mientras que el terror nos hace huir despavoridos ante la presencia del Dios tres veces Santo. ¿ De qué depende cuál de estos conceptos domina nuestra vida? Depende sólo de cuál es nuestra relación con el pecado, mientras vemos en el libro de Génesis como Adán se esconde de Dios ante el temor de un castigo inminente debido a su desobediencia, cuando Dios pregunta: "¿Dónde estás tu?", la respuesta es "Oí tu voz en el hueto y tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí". ¡Cuántas veces hemos respondido de la misma forma, cuando Dios sale a nuestro encuentro y tenemos conciencia de algún pecado no confesado!, nos escondemos aterrorizados ante la magnificencia y santidad de nuestro Dios. Pero esto no es temor, el temor esta reflejado por la actitud de Jacob en Bet-el, el  cuál a pesar de tener miedo y declarar "¡Cuán terrible es este lugar!" al cabo de un tiempo regresa para construir allí un altar a Dios, o la de Moisés, que ante el espectáculo de la sarza ardiendo se acerca cubriendo su rostro por el miedo de mirar a Dios.
En el nuevo Testamento Pedro luego de haber trabajado toda la noche pescando, sin haber obtenido frutos, ante la petición de parte del Maestro, vuelve a hechar la red, pero esta vez el resultado fue redes repletas, al punto de tener que solicitar ayuda de otros botes. Ante esta evidencia de la divinidad de Jesús, Pedro cae rendido a los pies del que reflejaba a su Padre en todo su resplandor y le dice "Apartate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!". Dice la Palabra que el asombro se había apoderado de él. Ese asombro, ese temor, ante el poder, ante la autoridad y la grandeza de Aquel que nos manifestaba a "Dios con nosotros" es el mismo sentimiento que debe embargarnos, ante el mismo que llamó a Pedro, a Jacobo y a Juan, ese Rabí de Galilea que hoy, al igual que entonces nos dice: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres..."

(Continúa en la 2° Parte)



viernes, 26 de abril de 2013

Principios del Reino de Dios (El Trigo y la Cizaña)


La siguiente es otra historia que contó Jesús: «El reino del cielo es como un agricultor que sembró buena semilla en su campo. Pero aquella noche, mientras los trabajadores dormían, vino su enemigo, sembró hierbas malas entre el trigo y se escabulló. Cuando el cultivo comenzó a crecer y a producir granos, la maleza también creció. »Los empleados del agricultor fueron a hablar con él y le dijeron: “Señor, el campo donde usted sembró la buena semilla está lleno de maleza. ¿De dónde salió?”. »“¡Eso es obra de un enemigo!”, exclamó el agricultor. “¿Arrancamos la maleza?”, le preguntaron. »“No —contestó el amo—, si lo hacen, también arrancarán el trigo. Dejen que ambas crezcan juntas hasta la cosecha. Entonces les diré a los cosechadores que separen la maleza, la aten en manojos y la quemen, y que pongan el trigo en el granero”». 
(Mat 13:24-30 NTV)

El Reino de los Cielos es revelado por el Señor a través de estos testimonios, llamados parábolas. Lo que hoy estudiaremos, con la ayuda del Señor, es la conocida "Parábola del Trigo y la Cizaña", la cuál enseñó Jesús en esta rica colección recopilada por Mateo.

Esta historia narra el principio del Reino, para que exista un Rey y un reino, debe haber súbditos  los cuáles, son identificados aquí en dos clases, el trigo y la cizaña. Para comprender esto debemos remontarnos al Génesis, dónde el "agricultor" sembró buena semilla...


Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. (Gén 1:31)

En el principio Dios creó todo lo que nos rodea, inclusive al hombre y la mujer, sólo con el poder de Su Palabra, Dios dijo... y todo lo que existe fue creado. Esta creación, como lo dice Génesis, era buena en "gran manera", o sea, toda la obra fue perfecta.

El hombre, en su estado primario, es la semilla de trigo, creado a la imagen y semejanza de su Creador, Jesucristo, el arquitecto de toda la creación. El, refiriéndose a si mismo, declaró que era necesario que el grano de trigo muriera para que llevara mucho fruto (Jn 14:24). Esta creación humana estaba destinada a señorear la creación (Gn 1:28), era buena semilla, en una comunión estrecha con su Creador, sin conocimiento del mal, con un corazón limpio de toda contaminación espiritual.

Es curioso notar que el enemigo vino durante la noche, envuelto en las tinieblas, para sembrar la semilla contaminada...

La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el SEÑOR Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? (NTV Gén 3:1)

La pregunta de la serpiente estaba cargada de un veneno mortal: duda, mezclada con desobediencia y desconfianza.


—Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. Es sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”. 
(Gén 3:2-3 NTV)

Entonces el engañador, el padre de mentira, usó su artimaña mas efectiva...

—¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. 
(Gén 3:4 NTV)

La verdad era que sí morirían, como Dios lo había sentenciado, lo que pasa es que no era una muerte instantánea, era algo peor, era una muerte eterna.

Pero Dios ya había preparado una vía de restitución del hombre a su estado original, desde antes que el hombre y la mujer cayeran, como lo dice la Palabra...

Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. Y el rescate que él pagó no consistió simplemente en oro o plata sino que fue la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha. Dios lo eligió como el rescate por ustedes mucho antes de que comenzara el mundo, pero ahora él se lo ha revelado a ustedes en estos últimos días. 
(1Pe 1:18-20 NTV)

Antes del comienzo... estaba todo pre visto, Dios no se mueve en el tiempo chronos, el tiempo que nosotros tenemos, con segundos, minutos, horas, etc. Su tiempo es eterno, por lo que el ve todo como ya consumado, para el mil años son como un día y un día como mil años. Por esto El ya tenía la solución, el pago por nuestra redención, para que el trigo siguiera siendo trigo.

La cizaña fue la herencia pecaminosa que Adán y Eva adquirieron al elegir servir a Satanás, traspasándole el principado de este mundo porque como dice la Palabra, somos esclavos de quién obedecemos.

La cizaña no fue arrancada inmediatamente, "dejen que crezcan juntas hasta la siega", fue la sentencia de la voluntad de Dios. ¿Por qué? Para que se manifieste el amor y la justicia de Dios, primero el amor, al proveer un medio para el rescate del trigo, el primer grano de trigo, Jesús, el Cristo; y la justicia, ya que si Dios hubiese destruido la cizaña inmediatamente, tendría que haber destruido a toda la humanidad. Pero la voluntad de Dios no era condenarnos, sino que "todos procedan al arrepentimiento".

Ahora nos queda reflexionar, ¿cuál es la diferencia entre trigo y cizaña?, la respuesta es... ¡la semilla!!, una semilla de trigo no puede germinar y convertirse en mala hierba y viceversa, no puede una semilla de maleza volverse trigo, esta es la diferencia, Dios dijo:


Entonces el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: «Por lo que has hecho, eres maldita más que todos los animales, tanto domésticos como salvajes. Andarás sobre tu vientre, arrastrándote por el polvo durante toda tu vida. Y pondré hostilidad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Su descendiente te golpeará* la cabeza, y tú le golpearás el talón». 
(Gén 3:14-15 NTV)

Aquí vemos las dos semillas, la descendencia de la mujer, Cristo y los hechos a su imagen y la descendencia de la serpiente, Satanás y sus hijos. Pero Dios decreta que la descendencia de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente, mientras ésta solo le golpeará el talón.

Cristo al morir en la cruz aplastó la autoridad de Satanás, el Enemigo lo hirió, pero sólo en el talón, una herida necesaria, su paso por la cruz:


Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre —el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues sólo como ser humano podía morir y sólo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía* el poder sobre la muerte. 
(Heb 2:14 NTV)

Se hizo trigo, para ser la primicia de Dios, el primero entre muchos hermanos, el primero de muchos trigos. ¿Cómo somos trigo? vuelvo a reiterar, depende de la semilla. 

Jesús le respondió: —Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo,* no puedes ver el reino de Dios... El ser humano sólo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo.* 
(Jua 3:3,6 NTV)

La semilla indica de dónde naciste, si naciste de una planta de trigo, eres semilla de trigo, pero si naciste de una maleza, eres maleza, nada más.

Debemos preguntarnos, y esto es lo importante, ¿somos trigo o aún continuamos siendo cizaña?. Si hemos nacido de nuevo, hemos cambiado nuestra simiente, por lo tanto, debemos  y somos llamados por el Señor a mostrar lo que somos, a través de los frutos, el trigo produce espigas de trigo, mas la maleza no produce nada. 

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 
(Mat 3:8 RV1960)

Jesús les dice a los fariseos, por que ellos decían ser trigo, hijos de Abraham, pero en realidad eran, como dice Jesús, hijos de su padre el Diablo.

Demostremos con nuestro fruto que somos trigo, y si no es así, oremos y supliquemos al Sembrador de la buena semilla que nos haga nacer del Espíritu Santo. Amén.

lunes, 11 de marzo de 2013

Principios del Reino de Dios (El Sembrador)


Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
(Mateo 13:3-9)


El Señor Jesús, en su paso por esta tierra como Hijo del Hombre, título que usó sobre si mismo para revelar su calidad completamente humana, entregó claves sobre El Reino de los Cielos.

En el evangelio según Mateo, en el capítulo 13, a través de parábolas, el Señor nos entrega tres principios fundamentales del Reino. Los cuales comenzaremos a vislumbrar y aprender con esta parábola del Sembrador.

Dentro de una congregación vemos distintos niveles de madurez o "perfección" como le llama la Divina Palabra de Dios. Pero el llamado del Padre es a ser perfectos: "Pero tú debes ser perfecto (teleiós), así como tu Padre en el cielo es perfecto." (Mat 5:48) 

Primero vamos a decir lo que no es la perfección. La perfección no es ser sin pecado, aunque dejar de pecar es consecuencia de alcanzarla. Más bien la palabra "teleiós" significa completar algo, llegar a la meta. Tiene relación con la palabra "tetelestai" que fué la que exclamó el Señor en la cruz al expirar, traducido por la versión de Casiodoro de Reina como "consumado es". La exclamación del Señor dice relación con que ya la obra de Dios está completa, proveyendo Él todo lo necesario para que seamos "perfectos y cabales" como lo dice Santiago capítulo 1 versículo 4, hablando de la paciencia (gr. juponomé)  para soportar la prueba (que también podría traducirse como perseverancia o constancia), palabra que significa literalmente, estar debajo, como quién soporta el peso de algo que le aplasta. La misma palabra se usa para decir que Cristo sufrió la la cruz en Hebreos 12:2. Por lo tanto la perfección o madurez es un camino a través del cuál asimos lo que Dios ya proveyó para nosotros en la cruz, Jesús, el hombre Dios crucificado y resurrecto es suficiente, "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará (epiteleó) hasta el día de Jesucristo" (Flp 1:6)

Esto refleja que la madurez o perfección es un proceso a través del cuál, los miembros del cuerpo de Cristo van formando la figura de Jesucristo dentro de cada uno, el cuál es uno de los objetivos primarios de Dios con la Iglesia, como lo dice Romanos: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos." (Rom 8:28-29). Por consiguiente el "aceptar" a Cristo como Salvador, es sólo el principio del camino hacia la madurez, por lo tanto, es por demás ingenuo pretender que alguien que recién conoce al Señor pueda mostrar frutos casi inmediatamente, todo lo contrario, es deber de la iglesia guiar y enseñar ("haced discípulos ) a las nuevas almas, mediante la Palabra de Dios, para que lleguen a dar fruto "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."  (2Ti 3:16-17)

Precisamente éste principio del Reino está reflejado en la parábola del sembrador, muestra los estados en que las personas que están dentro de la Iglesia han o no alcanzado la madurez o perfección, haciendo evidente que no todos están a un mismo nivel y que, al contrario de lo que pasa en el mundo, la antigüedad no significa, por fuerza, crecimiento (parábola de los obreros de la viña en Mateo cap. 20). Estos tipos de corazones, asimilados a terrenos, son etapas de nuestra vida que muestran el proceso mientras llevamos a cabo el llamado de nuestro Señor Jesucristo a fructificar. Uno de los principios del Reino de los Cielos es que "todo buen árbol da buenos frutos" y así "cada árbol se conoce por su fruto". 

Ciertamente hay muchos motivos y muchos estados en que las personas llegan y permanecen en la iglesia: pena, dolor, traumas, pero la mayoría de las veces, en su corazón no han creído aún en el Nombre de Jesús como Aquél que recibió en sí mismo el castigo de un Dios Justo por pago de nuestros pecados, no sólo la vergonzosa y dolorosa muerte de cruz (Filipenses 2:5-8), sino la desesperación y agonía que le producía el que su Padre volviera el rostro para no verle mientras cargaba con nuestros pecados, perdiendo así, por primera vez en la eternidad, la comunión de la cuál habían gozado desde "antes de la fundación del mundo". Estos corazones maltratados, dolidos, "endurecidos", son la clase de terreno donde la semilla cae, pero no germina. Esto no quiere decir que los hijos de Dios con cierta madurez no pasen por períodos de aflicción, todo lo contrario, ya que Dios a todo el que toma por hijo perfecciona, pero la manera de enfrentar estos valles en nuestro camino varía. Mientras el corazón no convertido los ve como castigo, centrado en una autocompasión nefasta y egoísta, el corazón maduro los asimila como una oportunidad para que Dios trate con los aspectos de nuestra vida que aún no hemos rendido del todo. Visto esto, nos damos cuenta que la condición del terreno del corazón no depende de los factores externos, sino de cómo nuestro corazón está preparado o abonado para recibir la semilla, que muchas veces no es blanda. La semilla para germinar, debe penetrar en la tierra, profundizar y romper, proceso que a veces es doloroso.

Otra de las diferentes etapas que ocurren, generalmente al principio, es la que en forma errónea, a mi juicio, se le denomina "el primer amor". En esta etapa nos movemos por el entusiasmo que ha producido en nosotros el descubrimiento de las Buenas Nuevas acerca de Jesús y su muerte para hacer expiación por nuestros pecados. Esta conciencia del milagro obrado en aquella cruz, nos hace hacer todo lo que está a nuestro alcance por nuestro Salvador, le hablamos a la gente motivados por el genuino sentimiento de regocijo que ha nacido en nuestros corazones, pero que generalmente es alentado sólo por dicho entusiasmo, el cuál al poco andar se ve disminuido y desalentado por la fría recepción que la gente tiene del evangelio que no parece interesarle a nadie. Además este proceso de enfriamiento se ve ayudado por las burlas de las que generalmente son objetos los recién convertidos, debido a que el testimonio que les acompaña no es duradero y el conocimiento de la Palabra de Dios aún es escaso, como dice la Palabra, el profeta debe hablar de acuerdo a la ley y al testimonio, sino, significa que no les ha amanecido. Es deber de la Iglesia el de formar discípulos  los cuales, a su tiempo podrán ser comisionados, como los enviados por Jesús, a predicar en Jerusalén, Samaria y hasta lo último de la tierra. En esta categoría también entran aquellos que llevan años siendo miembros de una congregación, que se conforman con ir un día a la semana, escuchar alabanzas, cantar, saludar a los hermanos, y que su corazón se alegra durante estos períodos, pero nunca se han preocupado de profundizar la semilla, no han preparado la tierra, removiendo las piedras de la comodidad, la pereza de estudiar la palabra, la falta de oración y en general, el no ofrendar a Dios el tiempo para tener comunión íntima con Él.

Estas condiciones, los de junto al camino y entre piedras, son estados a los que podemos volver, no son cosas que dejamos atrás para siempre y nunca más volvemos a ellas, son como el pecado, si nos descuidamos corremos el riesgo de deslizarnos. Si no limpiamos nuestro corazón de piedras, podemos volvernos terrenos pedregosos, sin profundidad de tierra. Si dejamos que el pecado se vuelva una práctica habitual en nuestra vida, inevitablemente nuestro corazón será endurecido, como dice la carta a los Hebreos: "Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo. Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios." (Heb 3:12-13).

El tercer ejemplo de terreno es aquel que es buena tierra, pero que en su interior esconde aún raíces de espinos. Estas raíces son nuestra naturaleza carnal, la cual debemos mantener a raya, continuamente debemos limpiar el terreno de nuestro corazón de raíces venenosas que pueden brotar en cualquier momento y estorbarnos a nosotros o a nuestros hermanos, como lo advierte la carta a los Hebreos: "Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos." (Heb 12:15). Nótese que la Palabra aconseja cuidarnos unos a otros, en este aspecto, nuestro deber es limpiar nuestros "terrenos" mutuamente, cuidándonos los unos a los otros, para recibir la gracia de Dios. Cuando la Iglesia no cumple esta labor de cuidarnos unos a otros, nuestros corazones empiezan a dejar crecer estos espinos que nos terminan dañando no sólo a nosotros, sino a la iglesia completa. El amor de Dios debe fluir por todo el cuerpo de Cristo como la sangre que nutre cada uno de sus órganos, en este sentido debemos preocuparnos que todos reciban ese amor, el cuál es provisto por Dios a través de nosotros para con nuestros hermanos y hermanas. Cuando en nuestro corazón esta la prioridad de lo terrenal, la Palabra de Dios que hemos recibido se hace infructuosa.

Por último esta la tierra buena, la cual es el llamado para cada uno de nosotros, nuestra meta. El cristiano esta llamado a "llevar mucho fruto", si estamos pegados a la vid verdadera, si nuestro corazón esta limpio de espinas, de piedras y ha sido trabajado por el Espíritu de Dios, el cuál ha sacado el "corazón de piedra" y le ha remplazado por un "corazón de carne", blando, fértil, abonado para la semilla de Dios, entonces podremos llevar fruto, al treinta, al sesenta y en lo posible al ciento por uno, para que cuando el Señor venga y pida cuentas de sus siervos nos diga: "Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré".

Sean bendecidos.